miércoles, 6 de julio de 2011

Cinco golpes


Golpe 1.

Ojos moreteados no pueden abrirse. Tristes no quieren hacerlo. Parpados hinchados pesan tanto como los golpes. Buscan el calor de oscuridad.

Golpe 2.

Manos atadas, insuficientes. Creadoras de miedos y a veces de placeres. Olvidadas, inutilizadas, sometidas. Colgadas de los dedos de otros.

Golpe 3.

Lengua mordida. Envenenada con tóxicos ajenos. Despilfarro de saliva grandilocuente. Encerrada entre espasmos, intentos de contener la asfixia.

Golpe 4.

Cuello rasgado. Gotas de sangre. Cuerda al costado. Marcas de sueños partidos.

Golpe 5.

El titiritero cortó sus hilos.

Por Manuela Carcelén Espinosa

martes, 26 de abril de 2011

Mucha mierda


La tarde está gris, un poco triste, algo decaída. La tarde inspira quedarse en casa con un trago calentón, en caso de poder aplicarlo. La tarde me empuja a la calle.
En un vitara gris recorro las vías, mientras las plumas del parabrisas hacen juego con el sonido de la radio. La música retumba, las ventanas vibran, yo tiemblo. Ambos caminamos y caminamos, rodamos y rodamos.
Giro en una esquina, golpe de mala suerte. Banderas blancas y azules instan a un NO, casi rotundo, casi descomunal. ¿Qué pasa?, le digo al vitara. No responde nada. No responde nada. La gente parece gritar consignas y me acuerdo que estamos en campaña. Gesticulan, yo no entiendo nada, supongo que me dicen que vote NO. Pero qué tan positivo es el NO. Pues no lo sé. Me siento invadida. Parece que me quieren obligar, no convencer.
No puedo acelerar, hombres y mujeres se cruzan frente al vitara y a mí. Alguien se abalanza contra nosotros. Ahora el color de la bandera cambió. Verde intenso. SÍ. Mil veces SÍ. Me abruman, SÍ, pasan los colores por mi rostro, SÍ, siento la textura. Ahora empieza la lucha de los colores. Todos quieren llegar primero. No quiero que se me acerquen. Estoy en una tarde gris, un poco triste con ganas de un trago calentón. Me obligan a mirarlas. El SÍ me empuja y yo solo quiero salir. En mi mente: vitara y yo decidimos hacer lo que nos da la gana, aceleramos, no miramos, solo sentimos como atropellamos a cada uno de los feligreses de la política. Quiebres, gritos, rasgaduras. Inconcientes, infelices, escupen esos feligreses. Nosotros huimos. A nadie le importó que vitara y yo salimos a recorrer las calles para escuchar la radio, aunque queríamos estar en casa calientes. A nadie le importó que no queremos ni SÍ ni NO. Sabemos que siempre será lo mismo. A nadie le importó gastar el dinero que talvez serviría para algo más sencillo, algo más real. Un trago calentón. ¿Los atropello?

Por Manuela Carcelén Espinosa

lunes, 18 de abril de 2011

Era lunes. O tal vez martes, no puedo precisarlo.

Días, semanas, horas han pasado desde el último post que publiqué en este blog... pero como saben quienes me leen, sin importar si son pocos o muchos o si soy solamente yo, es que el viento sopla y yo intento detenerme y abrazarme a un árbol para que no me lleve pero su fuerza es siempre superior a la mía. Me jalonea y me aleja de todo lo que quiero y luego cuando calma, yo despacio regreso caminando hasta entrar en ese punto que me impulsa a continuar. Un cigarrillo en mano y una copa pueden siempre ser parte de este juego entre la brisa y yo, por ahora ambos se han ido de vacaciones y sola debo jugar.
A continuación un fragmento de Opio en las Nubes, solo para recordarles que con ese libro bajo el brazo retorno a las calles de las que me separaron.

"... Amarilla no te desconcentres Amarilla mira que esto es importante Amarilla mira Amarilla que los colores son ese tejido invisible que conectan todos los recuerdos y los días mira Amarilla que cuando tú no estés más junto a mí yo te recordaré mas por tu sudor que por tus palabras es muy importante esto que te estoy diciendo mi querida Amarilla y entonces ella me miraba y el domingo seguía oliendo a acpm con atún a hojas secas sobre el pavimento oye Sven dame otro cigarrillo claro Amarilla toma Amarilla las calles también tienen su olor las calles huelen a bicicletas dejadas en los antejardines eso es cuando uno está chico huele a cadena de bicicleta a grasa a refresco a paleta de limón a árbol tal vez a pino huelen a muchas cosas que se mezclan los olores de mamá su perfume de pan el aroma de papá el olor del perro el olor de las tres de la tarde cuando no hay nada qué hacer Amarilla también huele a bus a gasolina huelen a nubes apretadas fatigadas a cielo deprimido observa ese cielo Amarilla obsérvalo con esos ojos grandes huele ese cielo el olor de las calles siempre es el olor de la desolación todo parece quieto pero en el fondo todo está muerto todo parece feliz pero todo es infeliz uno cree que porque los chicos montan en bicicleta la felicidad anda por aquí y por allá pero nada de eso Amarilla nada de eso en el fondo todo es un engaño el olor de las calles nos mata lentamente nos atraviesa los huesos con presición y nos dice que el tiempo está pasando por entre nuestros dedos y nuestros ojos y no hay nada que podamos hacer Amarilla el olor de los días es un océano invisible por donde vagamos sin saber dónde queda la costa ni los faros solamente somos islas que nos vemos intermitentemente cuando las olas bajan y entonces nos saludamos de isla a isla nos decimos hola observamos los rostros y luego cada cuál se sumerge en su pequeña isla en su pequeño olor particular y se concentra en sus sudores en sus miedos en esos aromas que vienen de lo más profundo de los pantalones de los zapatos de los ojos de una especie de pecueca del alma Amarilla así como lo oyes una especie de pecueca del alma como si tuvieramos un millón de zapatos en la mitad del corazón (...) el olor de la tristeza se localiza en la boca del estomago es como si siempre tuvieras hambre de algo hambre de luz hambre de calle hambre de noche hambre de todo hambre de nada hambre de mierda no te deja tranquilo te quema te da vueltas en el estómago te atrapa todas tus palabras y no las deja salir Amarilla el mundo Amarilla el mundo es una cosa extraña una pelota caliente un pedazo de cielo entre los dientes un pedazo de día entre las piernas un sol roto entre los calzoncillos blancos Amarilla y entonces solamente entonces me daban ganas de limpiar con los cucos rosados de las chicas el vidrio roto de los días pero a los pocos minutos el vidrio se ensuciaba y todo volvía a ser igual Bayer se sacaba los mocos límpiate los mocos no me joda la vida y Leonid tomaba licor y yo seguía fumando dejaba escapar el humo por entre el vidrio roto de los días y sólo esperaba que alguien me diera una piedra para romperlo definitivamente a lo mejor si lo hubiera hecho estoy seguro de que Bayer habría pegado el vidrio roto de los días con sus mocos de eso estoy seguro Amarilla."

Por Manuela Carcelén Espinosa

martes, 5 de octubre de 2010

Absorbente


Absorbe, exprime, inhala, empuja, recluta, ahoga, distrae, enreda, asfixia, hmmm, inhala.


Por Manuela Carcelén Espinosa

miércoles, 11 de agosto de 2010

la frase

Y qué hace uno, cuando solo tiene un anhelo de morir...

martes, 10 de agosto de 2010

La exclusiva

*Nota: Este post va sin foto porque las que el fotógrafo sacó, son propiedad del medio en el que trabajamos.

Eran las 11 de la mañana aproximadamente. Yo paseaba por los alrededores de la Asamblea Nacional, un edificio venido a menos, que recibió los retoques del proyecto de modernidad del Gobierno. Todos los periodistas estaban como locos buscando la exclusiva. Yo, en cambio, quería una nota divertida, de color. Nada difícil con todos los invitados al evento.
Pero la realidad era que nada me emocionaba ni motivaba. Ya cansada le dije a mi fotógrafo, Víctor, que fuéramos a dar una vuelta, que buscáramos si en los alrededores alguien tenía una tele prendida viendo el informe de Correa o no sé alguna novedad que me sacara, primero del sol y segundo de las presiones políticas, que tan poco me gustan.
Por esta calle no hay nada, le dije a Víctor. Caminábamos entre la gente, entre los periódicos que hacían las de parasol, entre el smog de la capital, entre tan mierda. Nos metimos por la calle posterior a la Asamblea. Tampoco había nada. Eso pensé.
Unos pasos más allá, junto a la puerta de entrada, estaba un hombre de pequeña estatura y poco pelo. Traía amarrado a su cuello una radio que no era portátil; junto a sus pies estaban un maletín y un paraguas. Me le acerqué y le pregunté por lo que estaba escuchando.

Sí, estoy oyendo el informe
Y ¿qué le parece?
Mmm, bien
¿Quién es usted?
Yo soy el presidente de la República
¿Usted es?
Sí, me eligieron en Montecristi
¿Quién lo eligió?
Yo fui proclamado presidente por el Gobierno de Estados Unidos, yo soy el legítimo presidente.
Bueno saberlo, le agradezco señor presidente por su tiempo
No se preocupe, cuando quiera.

Víctor sacó unas fotos lindas. El cielo azul del medio día de Quito estaba de fondo. Los señores de los bolos, las mujeres de los canastos de chochos, los vendedores de gafas, las tiendas que tienen de todo, desde agua hasta empanadas de viento, eran parte del escenario. Las calles sin vehículos era el toque magistral.
Yo estaba sonreída. Tuve la exclusiva con el presidente. Los demás se lo perdieron por buscar una respuesta, que todos conocemos.

Por Manuela Carcelén Espinosa

miércoles, 4 de agosto de 2010

miércoles, 21 de julio de 2010

Algo nostálgica...

CARTA A UN AMIGO

No puedo darte soluciones para todos los problemas de tu vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores; pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro; pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos; pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar; pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón; pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo. No puedo decirte quién eres, ni quién deberías ser. Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo. En estos días oré por ti. En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas. Soy una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran. Es lo que siento por todos ellos. Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme. Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos; sea en la alegría o sea en la serenidad.
En estos días pensé en mis amigos y amigas y entre ellos, apareciste tú. No estabas arriba, ni abajo, ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno, ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida. Yo tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos. Hice lo que todo amigo; oré, y le agradecí a Dios que me haya dado la oportunidad de tener un amigo como tú. Era una oración de gratitud, porque tú le has dado valor a mi vida.

JORGE LUIS BORGES

martes, 20 de julio de 2010

A mis amigos!

Joan Manuel Serrat Las Malas Compañías




Por Manuela Carcelén Espinosa

miércoles, 14 de julio de 2010

Exorcismo


http://www.flickr.com/photos/oidodesnudo/4364148316/



Cansada, exageradamente. Oscura. Un exorcismo de por medio. Me atan de pies y manos. Los ojos se quedan en blanco. Bramidos salen de mi tórax. La boca comienza a expulsar salivación con textura de animal envenenado. Las palabras no son claras, las ideas tampoco. El vientre se levanta, tieso, y hace que mi espalda se arquee, que quiera romperse, explotar. Cae. Me retuerzo cual babosa recién roseada de sal. La bestia pierde fuerzas. También yo. Como un feto, me embrollo entre placenta y un cordón umbilical. Un exorcismo de por medio. No puedo vomitar.



Por Manuela Carcelén Espinosa