jueves, 2 de octubre de 2008

Soñé contigo

Ayer soñé contigo. Tres veces. El ébano de tu pelo brillaba a pesar de que lo tenías más corto. Caminabas sonriente con alguien. Estabas flaco.

No recuerdo si era en Buenos Aires, Quito o Cuenca: quizás en las tres; pero yo me quedaba sin aliento al mirarte cruzar una calle con una pinta que no era tuya, pero que de todas formas te quedaba bien.

En el primer sueño, cuando te diste cuenta de mi presencia, tu rostro cambió profundamente. La alegría se transformó en seriedad e incluso en un cierto rasgo de tristeza. Hiciste el ademán de saludarme; era evidente que estabas haciendo una suerte de juego sobrehumano con el único objetivo de no ser descortés.

En la segunda versión yo estaba parada mirando cómo, en un día soleado, volaba por los aires un muñeco negro parecido a un murciélago; quizás era Batman.

Sin aviso previo volviste a parecer acompañado de esa misma persona. Tu sonrisa era la misma, tu cabello lacio no había cambiado y tus ropas tampoco. Tenías una apariencia intelectual, infantil, alegre.

La escena se repitió, pero esta vez dudamos al saludar. De todas formas lo hicimos.

En ese momento recordé que ya había soñado algo similar, pero en vez de pensar que seguía entre las nubes del descanso, imaginé que podía descubrir el futuro a través de las fantasías. Nota metal: no olvidar esto -pensé-. Tengo que escribirlo.

En el tercer acto, el que cierra la obra y donde los personajes caen siempre abatidos, volvió a pasar lo mismo.

Tú apareciste en la esquina de alguna ciudad; yo estaba perdida en el cielo. Nos encontramos. Nuevamente quedé petrificada. Bajé la mirada, empecé a caminar. Preferí saludarte de lejos con la mano. Tú no entendiste. Tú no habías soñado conmigo tres veces.


Por Manuela Carcelén Espinosa

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quien sera aquel hombre q se cuela en tus sueños y no te deja dormir???