miércoles, 4 de febrero de 2009

La tijera


Cuando eramos chicas, mis hermanas y yo teníamos como única preocupación jugar, ir al colegio, hacer las tareas y preguntar. El hábito de las preguntas me quedó por siempre.
La vida con mis hermanas era fantástica.
Siempre me daba un poco de pena esas niñas que eran hijas únicas. Ellas no conocían lo que era vivir con unas amigas del alma que tienen tu misma sangre y tus mismos padres. Incluso las peleas, que eran salvajes, eran divertidas, porque siempre había una que hacía de arbitro, otra que tironeaba de los pelos más fuerte y otra que gritaba más alto.
El clima en la casa era siempre bueno, nunca nos enteramos de crisis alguna. Cuando no había para la leche y ya se había acabado el té y el café, mi mamá le agregaba chocolate en polvo al agua y nos explicaba que era un nuevo juego hasta mañana. Así lo vivíamos, como un juego. Luego hubo tiempo para verdades.
Sin embargo, había un momento en el que sí cambiaban los ánimos. Y eso era cuando algún objeto "desaparecía", cuando no encontrábamos el cortauñas, o si los cepillos no estaban en su lugar porque los habíamos usado para jugar. O cuando tomábamos cosas de la cocina y después nos olvidabámos donde las dejamos. El hecho que desapareciera algo era grave. "Las personas que no tienen orden no tienen nada en la vida", repetía mi padre con el bigote y la cara larga.
Pero no había nada peor que cuando desaparecía la tijera. Eso, no se por qué era casi un crimen y encima la maldita tenía la manía de esfumarse, de volar, de irse, condenándonos a horas de interrogatorios y búsquedas.
Un día no la pudimos encontrar pese a que revisamos toda la casa, los patios, los árboles, las mochilas. Todo y nunca apareció. La fuga de la bendita nos valió un castigo de una semana: sin tele, sin poder ir a la plaza, sin risas.
Hoy, vos sos mi tijera pero acabo de recordar que luego del castigo, mi papá compró otra y olvidó la condena. Fuimos libres de nuevo mis hermanas y yo.


Por Laura Brizuela

2 comentarios:

PabloMM dijo...

En España cuando la gente pierde algo dice: "Ssn Cocufato, san cocufato, los cojones te ato, si aparece X (el objeto perdido) yo te los desato". jejeje, Y a veces, aparece.

Ancladas en la brisa dijo...

Jajaja! Muy bueno,lo tendré en cuenta!
Saludos,

Laura.