La historia que hoy les voy a contar es real. Desconozco mucho de los detalles, pero con los que tengo pretendo entretenerlos un rato.
Buenos Aires, 2009. La gente es permisiva, las cabezas están abiertas a las nuevas costumbres y tecnologías. Y de costumbres se trata esto. Por cuestiones evidentes, los nombres de los protagonista serán cambiados por los que a mi me parezcan, ya que al escribir el cuento me siento en total derecho de renombrar los personajes.
Samantha tiene por apellido Hija de puta. Es una mujer de mundo, que ha viajado y recorrido ciudades. Abogada de profesión y envidiosa por naturaleza, siempre luchó por ser más, por llegar más alto, por vencer y superarse. Eso le fue inculcado en la casa, y eso intentó hacer. Se casó con un hombre ambicioso, que al descubrir con quién realmente se había casado, huyó a Estados Unidos, dejándole dos hijos, un departamento en Belgrano y una pensión cómoda que incluía gastos de peluquería y manicure.
Josefa tiene por apellido Mucama. Es mujer de rasgos dulces, trabajadora pero sin suerte ni educación. Su vida siempre fue difícil, lo único que se trajo de su Paraguay natal fue el acento y las ganas de sobrevivir. Hace quince años trabaja y vive en la casa de la señora Hija de puta. Cuida de los dos niños y se encarga de la limpieza, además de ser confidente y consejera de los amores prohibidos de la patrona, quien no tienen inconvenientes en mostrarse con el tipo del séptimo piso o con los socios del bufet.
Edgardo tiene por apellido Portero. Es un hombre alto y voluminoso. Su abdonem es su mayor característica, dada la dimensión. A esto habría que agregarle una cantidad de pelos descomunal en los hombros y la ausencia total de ellos en la cabeza. Trabaja y vive a la vuelta de Josefa, con la que ha empezado un romance hace pocos meses, por supuesto totalmente desaprobado por Samantha.
Sin embargo, semanas atrás, Josefa apabullante de felicidad, llegaba a su casa para encontrar a Edgardo y a Samantha juntos en medio de una relación sexual. El movimiento rítmico del cuerpo de su patrona sobre la voluminosa inercia del hombre, es una imagen que la perseguirá por años. Luego del griterío y el escándalo, Josefa se desmayó.
Al despertarse en el hospital, se dio cuenta que la mitad de su ser no le obedecía. El trauma le provocó hemiplejia. Al tomar conciencia de la situación, Josefa vio que Samantha lloraba a su lado. Pasaron los días y la mucama se repuso.
Ahora Edgardo anda muy de novio con Samantha. “Nos enamoramos querida”, le explicó sin más.
Samantha tiene por apellido Hija de puta. Es una mujer de mundo, que ha viajado y recorrido ciudades. Abogada de profesión y envidiosa por naturaleza, siempre luchó por ser más, por llegar más alto, por vencer y superarse. Eso le fue inculcado en la casa, y eso intentó hacer. Se casó con un hombre ambicioso, que al descubrir con quién realmente se había casado, huyó a Estados Unidos, dejándole dos hijos, un departamento en Belgrano y una pensión cómoda que incluía gastos de peluquería y manicure.
Josefa tiene por apellido Mucama. Es mujer de rasgos dulces, trabajadora pero sin suerte ni educación. Su vida siempre fue difícil, lo único que se trajo de su Paraguay natal fue el acento y las ganas de sobrevivir. Hace quince años trabaja y vive en la casa de la señora Hija de puta. Cuida de los dos niños y se encarga de la limpieza, además de ser confidente y consejera de los amores prohibidos de la patrona, quien no tienen inconvenientes en mostrarse con el tipo del séptimo piso o con los socios del bufet.
Edgardo tiene por apellido Portero. Es un hombre alto y voluminoso. Su abdonem es su mayor característica, dada la dimensión. A esto habría que agregarle una cantidad de pelos descomunal en los hombros y la ausencia total de ellos en la cabeza. Trabaja y vive a la vuelta de Josefa, con la que ha empezado un romance hace pocos meses, por supuesto totalmente desaprobado por Samantha.
Sin embargo, semanas atrás, Josefa apabullante de felicidad, llegaba a su casa para encontrar a Edgardo y a Samantha juntos en medio de una relación sexual. El movimiento rítmico del cuerpo de su patrona sobre la voluminosa inercia del hombre, es una imagen que la perseguirá por años. Luego del griterío y el escándalo, Josefa se desmayó.
Al despertarse en el hospital, se dio cuenta que la mitad de su ser no le obedecía. El trauma le provocó hemiplejia. Al tomar conciencia de la situación, Josefa vio que Samantha lloraba a su lado. Pasaron los días y la mucama se repuso.
Ahora Edgardo anda muy de novio con Samantha. “Nos enamoramos querida”, le explicó sin más.
Por Laura Brizuela
4 comentarios:
bueno edgardo es el prototipo de muchos hombres,
me gusto como en tan pocas palabra desarrollaste la historia.
me gusto tu blogs
abrazo
Que bueno que te haya gustado el blog.
Y si, así como Egardo, Samantha y Josefa representan otros estereotipos.
Saludos!
Genial!!!Me encantó, quiero más historias verdaderas con nombres cambiados!
señor y señora hijos de puta
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