Despierto entre el humo y su sudor. No recuerdo quién es, quién soy. El día y la noche caen igual. Su cobija me abriga. Sus costumbres me enferman. Una virgen nos mira. De los rincones salen murmullos de viejas mal amadas. Cuando nos rodea el desenfreno y estamos algo desnudos, un poco locos, me ciega el sol. La pierdo, la odio.
Por Manuela Carcelén Espinosa
2 comentarios:
que linda es Quito por ese angulo..
y q lindas son tus palabras desde cualquier angulo.
Muchas gracias!!! aunque a veces no son en realidad...
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