La Noche de los Museos
Lo dicho...
141.000 personas recorrieron la noche del pasado sábado los museos y centros culturales de Buenos Aires, que abrieron sus puertas para que el público pueda deleitarse gratuitamente de muestras y actividades artísticas.
Este año, la cuarta edición de La Noche de los Museos tuvo una acogida superior a 2006 en un 50 por ciento.
Desde las 19.00, hora en que se inició la jornada, se observó filas interminables de visitantes que estaban ansiosos por iniciar el trayecto.
Gente de todo el mundo pudo disfrutar de visitas guiadas, muestras de tango, rock, música electrónica, jazz y folclore. También tuvieron la oportunidad de observar propuestas de arte, teatro, danza, cine, y vídeo.
El festival de cierre se realizó a las 02.00 en un escenario armado en puerto madero, donde más de 30 000 personas gozaron de la presentación de diferentes músicos como: Martín Buscaglia, Los Bochmakers, Kevin Johansen y The Nada, además de varios dj’s.
El objetivo de los organizadores fue incentivar a que nuevos y diversos públicos asistan a estos espacios culturales.
En cierta forma, el cometido se ha ido logrado poco a poco ya que, según la ministra Silvia Fajre, se advertía que muchos de los visitantes volvían a recorrer las salas meses después de La Noche de los Museos.
Lo no dicho...
Aprovechando las bondades de la capital Argentina, fui a recorrer algunos museos del barrio en el que vivo.
En un principio no me quería alejar mucho, y después me di cuenta que eso era un error. Sin embargo, ese error me llevó a conocer lugares que nunca antes había visitado.
En medio de los recorridos, muy interesantes por cierto, tuve la oportunidad de escuchar a un grupo de tango, que interpretó unas pocas canciones bastante conocidas en ese medio.
Chiquilín de Bachín de Astor Piazzolla logró arrancarme lágrimas, que representaron mi vergüenza y mi dolor así como al autor cuando le pide al nene:
Dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Pero mi sobrecogimiento no se terminó ahí.
Malena de Homero Manzi fue el broche de oro de aquel corto recital. Recordé con gran emoción a mi madre, quien canta esa canción tal vez con más sentimiento que la misma Malena.
Mi madre que parece enamorarse todos los días, una y otra vez, al disfrutar de la música.
Al término de esta maravillosa experiencia me fui al cierre del festival en puerto madero.
Un grupo de percusión me invitó a mover poco a poco cada parte de mi cuerpo mientras a un costado podía ver a un malabarista jugando con fuego en esa noche oscura. Lamentablemente el show duró poco, y tuve que esperar a otro artista que se demoró en salir al escenario.
Finalmente Kevin Johanse se mostró ante el público que lo esperaba ansioso; tengo que admitir que nunca antes le había escuchado.
Mi expectativa era grande así que presté mucha atención a cada tema. Los sonidos ingresaron por mis venas llegando a mi memoria, que me llevó directamente a mis montañas queridas. Los ritmos andinos me envolvieron y me transportaron a mi hogar, mi Ecuador; tanto así que no pude ni si quiera escuchar la letra de las canciones, pero en realidad siento que no me lo perdí.
Cuando la noche terminó y empecé mi camino a casa, la luna me sorprendió. Estaba ahí, como mirándome. Esta vez se presentó roja intensa y sentí que se despedía de mí, y me decía: ¡Buenas Noches!
Por Manuela Carcelén Espinosa
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