Me siento y te miro y te disfruto. Te toco, te huelo, te pruebo y sin duda eres tú; quien sin importar ni mi apariencia ni mi estado de ánimo está ahí sólo para mí. Para confortarme y aliviarme.
La paz, por momentos, ronda mi puerta al saberte a mi lado.
En las noches me acaricias mientras entre sollozos y miedos intento dormir. Me inspiras, me das coraje, me ayudas a desahogarme.
En esos instantes, extraño un cuerpo de los que me han dado interminables momentos de placer. Y los disfruto sobre todo cuando te encuentras como espectador y liberador.
Pero por las mañanas cuando tu ausencia me invade, y sólo me quedan tu aroma y tu sabor, te odio como a nadie en el mundo.
¡Hasta que llega nuevamente la noche y te vuelvo a amar!
Por Manuela Carcelén Espinosa

1 comentario:
aunque la memoria no sea de las mejores, la imaginación manu,,, =)
besos,
marcus
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