jueves, 3 de enero de 2008

Hasta que la muerte nos separe

Ya no siente culpa ni temor. Ya pasó mucho tiempo de aquello, es como si fuera parte de otra vida, no la propia. A veces la recuerda y siente que no le pertenece, es algo así como un cuento tétrico que le contaron de pequeño.
Sigue con su vida normalmente. Va a trabajar a la fábrica. Es tornero. Vuelve, come algo, tal vez lee un poco. Ya no ve televisión porque teme enterarse de que el mundo sabe de su secreto. Tampoco escucha radio por la misma razón.
Ya no tiene amigos. Los dejó de ver a todos, así lo prefiere.
Rara vez sale. Tal vez algún viernes, cuando el antojo por un par de cervezas es tan fuerte que no se puede negar. Pero regresa temprano a su casa, a vivir en las tinieblas.
La extraña. A veces tanto que quisiera reunirse con ella. Lo ha pensado, pero es cobarde. Cree que es mejor esperar.
Mercedes era una mujer hermosa, pero volátil. El estaba loco por ella, y pese a que le dio el mundo, ella seguía siendo la misma mariposa que había sido siempre.
Como consecuencia, el sufría. Hasta que no lo toleró más y la aprisionó para siempre.
Yace en su patio, desde hace aproximadamente cinco años.

Por Laura Brizuela

2 comentarios:

aro72 dijo...

Yo preferi casarme antes que matarla. Despues de 10 años tengo dudas de haber elegido bien.

Ancladas en la brisa dijo...

Jaja! Por los post y fotos que vi en tu blog, estoy segura de que elegiste bien. Saludos!