jueves, 3 de abril de 2008

El té de cada día!


El conflicto entre el Gobierno y el campo ha afectado a una infinidad de sectores. Que las frutas, que las verduras, que el trigo, la harina y la tristeza, que lo mojado y húmedo, pero sobre todo lo seco.

Los camiones parados cortando las rutas. Cortando las ganas y los sueños, la pobreza y un tanto la riqueza. Los tomates, quizás verdes y fritos, se pudren en medio de una carretera y uno se pregunta y yo que no tengo tomates, qué putas hago.

Pero ese problema es uno de los tantos.

Una gran población que gusta del té también se vio afectada por esta disputa incesante de poderes. Que la plaza es mía por historia, no que mía por justicia, no que mía por la ganas no más. Y yo me pregunto, a uno qué puta le importa de quién es la plaza. Yo solo quiero que mis vecinos estén contentos con el té de cada día. Té verde, té de menta, de frutos rojos y azules, té de frescura y de melancolía, al fin y al cabo té.

Pero no llega al mercado. Por qué. Porque un grupo de gente que le gusta perder el tiempo paraliza un país y otra gente a la que también le gusta perder el tiempo permite que eso pase. Como que también lo busca!

Pero Claudio ya lleva 20 días sin té. Nadie se pregunto por él. Nadie se preocupó por su estado un tanto patético. Nadie se preguntó por la vecina que tiene que ahogar sus penas en brandy y un toque de Fernet.

Salen aquellos por las calles gritando alegrías propias como si fueran ajenas. Y yo me sigo preguntando y qué pasa si Claudio no consigue té.

Hoy por la mañana tocó a mi puerta. Su cara demacrada suplicaba un sorbo de aquella bebida que escasea. Yo no le podía ofrecer nada más que brandy con un toque de Fernet. A Claudio eso no le alcanzaba, pero por lo menos era algo.

Tendido en el sillón me decía que si fuera peronista haría una marcha para que nunca jamás el té dejara de circular por ninguna razón, y que si fuera radical, pues también. Yo le decía que no se preocupara que con el brandy nos alcanzaba para vivir una semana pero que lo que haría falta eran cigarrillos. Él me dijo: “Yo siempre tengo eso de sobra, por si algún día faltan”.

El mundo, las circunstancias y la vida misma nos llevaron a hacer una huelga de hambre. Hasta que no se normalicen las cosas viviremos de brandy con un toque de Fernet y cigarrillos. Si morimos en el camino la culpa entera es del peronismo y del campo, de la oposición y del oficialismo. Si morimos ahogados en humo, sudor y podredumbre serán ellos quienes tengan que dar una explicación a las autoridades del más allá, porque las del más acá son una puta mierda.


Por Manuela Carcelén Espinosa

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