
El día que Fede y María se conocieron fue un poco confuso.
Para ella pasó como cualquier otra jornada en la que trabajó desde muy temprano, comió poco y finalmente la insistencia de sus amigas la llevó a un bar.
Para él las cosas fueron diferentes. Estaba perdido en una ciudad grande en la que no conocía a nadie.
Fede recorrió las calles cercanas a donde se alojaba para sentirse algo más seguro. "Si me pierdo en todo caso no estoy lejos", pensaba él.
Para ella pasó como cualquier otra jornada en la que trabajó desde muy temprano, comió poco y finalmente la insistencia de sus amigas la llevó a un bar.
Para él las cosas fueron diferentes. Estaba perdido en una ciudad grande en la que no conocía a nadie.
Fede recorrió las calles cercanas a donde se alojaba para sentirse algo más seguro. "Si me pierdo en todo caso no estoy lejos", pensaba él.
La arquitectura del lugar le parecía linda aunque muy repetitiva. Pero el contraste con su ciudad le atraía mucho.
Las diferencias culturales le causaron algunas dificultades para entenderse con la gente, pero no fue una traba para saber en dónde se podía tomar una cerveza.
Durante veinte minutos estuvo dando vueltas por la zona hasta encontrar en lugar sugerido. El problema fue que el bar no tenía ningún cartel a fuera, pero preguntando una y otra vez finalmente dio con el.
Se encontró con una puerta pequeña y un poco oscura, lo que le hizo pensar que estaba entrando a cualquier hueco de mala muerte. Pero después de subir unas gradas vio que otra cosa estaba frente a sus ojos. La cerveza no era muy barata, pero en todo caso estaba al alcance de sus manos.
María estaba sentada junto a la ventana, recordando lo aburrida que se sentía. Una noche con sus amigas y sus parejas mientras ella estaba sola, no era un plan divertido. Y por lo pronto tampoco veía que esa situación pudiera cambiar.
Su técnica para evitar preguntas que no le interesaba responder fue salir a fumar al balcón, único lugar donde podía hacerlo. Allí se pasó durante horas, mientras los demás disfrutaban de la noche.
Mirando a todo lado y con un poco de frío, María imaginaba historias de todas las personas que iban pasando una a una frente a la puerta del balcón. Les daba vida, familia, tragedias, amor, desamor, cuernos, faldas, viajes galácticos, encuentros con extraterrestres, síntomas de psicosis, entre otros. Cada tanto miraba al mesero y le pedía un mojito más.
Fede se sentó en la barra e intentó conversar con la gente que estaba cerca de él. La mayoría no le prestó mucha atención. "Y bueno, por lo menos la rubia (refiriéndose a la cerveza) no me trata mal", pensó. Estuvo ahí durante horas. Estaba aburrido pero creía que era mejor sentirse así entre una multitud que solo.
La música del bar era bastante buena y parecía que la gente se estaba divirtiendo mucho, ocultándo sus tragedias.
Las diferencias culturales le causaron algunas dificultades para entenderse con la gente, pero no fue una traba para saber en dónde se podía tomar una cerveza.
Durante veinte minutos estuvo dando vueltas por la zona hasta encontrar en lugar sugerido. El problema fue que el bar no tenía ningún cartel a fuera, pero preguntando una y otra vez finalmente dio con el.
Se encontró con una puerta pequeña y un poco oscura, lo que le hizo pensar que estaba entrando a cualquier hueco de mala muerte. Pero después de subir unas gradas vio que otra cosa estaba frente a sus ojos. La cerveza no era muy barata, pero en todo caso estaba al alcance de sus manos.
María estaba sentada junto a la ventana, recordando lo aburrida que se sentía. Una noche con sus amigas y sus parejas mientras ella estaba sola, no era un plan divertido. Y por lo pronto tampoco veía que esa situación pudiera cambiar.
Su técnica para evitar preguntas que no le interesaba responder fue salir a fumar al balcón, único lugar donde podía hacerlo. Allí se pasó durante horas, mientras los demás disfrutaban de la noche.
Mirando a todo lado y con un poco de frío, María imaginaba historias de todas las personas que iban pasando una a una frente a la puerta del balcón. Les daba vida, familia, tragedias, amor, desamor, cuernos, faldas, viajes galácticos, encuentros con extraterrestres, síntomas de psicosis, entre otros. Cada tanto miraba al mesero y le pedía un mojito más.
Fede se sentó en la barra e intentó conversar con la gente que estaba cerca de él. La mayoría no le prestó mucha atención. "Y bueno, por lo menos la rubia (refiriéndose a la cerveza) no me trata mal", pensó. Estuvo ahí durante horas. Estaba aburrido pero creía que era mejor sentirse así entre una multitud que solo.
La música del bar era bastante buena y parecía que la gente se estaba divirtiendo mucho, ocultándo sus tragedias.
En un momento María decidió ir a buscar a su grupo para ver si querían seguir tomando o si tenían alguna intención de irse. A ella le atraía la segunda idea. Estuvo dando vueltas por algunos minutos en el lugar sin encontrarlos y su rostro de estoy sola y me quiero ir para mi casa no se podía disimular. Finalmente logró divisar a su grupo. "Nos vamos o ustedes se quieren quedar un rato más", preguntó. "Ay María disfruta un poco de la noche, habla con alguien, nosotros estamos pasando bien", le respondieron.
En su camino de regreso al balcón se acercó a la barra y pidió un mojito más. La hicieron esperar por un rato. Eso la molestaba mucho. Cuando el trago apenas tocó a sus manos, ella estaba prácticamente afuera recibiendo el humo de su cigarrillo empujado por la brisa nocturna.
Fede la miró y pensó en que era una chica rara, pero muy bonita. Se armó de fuerzas y le habló. "Hola, qué tal. Soy Fede", le dijo. "Hola, María", respondió. Él intentó buscar conversación por cualquier lado, pero ella no parecía estar muy interesada. Así pasaron varios minutos hasta que él logró con insistencia que la conversación se convirtiera en algo entretenido para ambos.
María empezó a disfrutar de la noche y se notó en su rostro. Él pensó que la estaba conquistando, hasta que un grupo de gente alborotada entró al balcón gritando. Uno de ellos dijo: "Ey Ma, te estabamos buscando desde hace rato. Nos vamos".
El gesto de María se transformó. No quería irse. Había encontrado una persona interesante y linda para conversar, como le habían sugerido antes. Pero sus amigos no le dieron tiempo de mucho, así que se despidió del chico extraño.
Él no supo que hacer. Ella tampoco. No se pidieron ni los números, ni un mail, ni una dirección, ni nada. Solo sus miradas sacaron una fotografía el uno del otro.
De ese día ya paso algo así como un año. Fede está nuevamente a esa gran ciudad y por la noche piensa ir al mismo bar. Espera que el destino juegue a su favor y pueda encontrarse con María.
A María la llamaron sus amigos para salir por la noche. Ella no aceptó.
En su camino de regreso al balcón se acercó a la barra y pidió un mojito más. La hicieron esperar por un rato. Eso la molestaba mucho. Cuando el trago apenas tocó a sus manos, ella estaba prácticamente afuera recibiendo el humo de su cigarrillo empujado por la brisa nocturna.
Fede la miró y pensó en que era una chica rara, pero muy bonita. Se armó de fuerzas y le habló. "Hola, qué tal. Soy Fede", le dijo. "Hola, María", respondió. Él intentó buscar conversación por cualquier lado, pero ella no parecía estar muy interesada. Así pasaron varios minutos hasta que él logró con insistencia que la conversación se convirtiera en algo entretenido para ambos.
María empezó a disfrutar de la noche y se notó en su rostro. Él pensó que la estaba conquistando, hasta que un grupo de gente alborotada entró al balcón gritando. Uno de ellos dijo: "Ey Ma, te estabamos buscando desde hace rato. Nos vamos".
El gesto de María se transformó. No quería irse. Había encontrado una persona interesante y linda para conversar, como le habían sugerido antes. Pero sus amigos no le dieron tiempo de mucho, así que se despidió del chico extraño.
Él no supo que hacer. Ella tampoco. No se pidieron ni los números, ni un mail, ni una dirección, ni nada. Solo sus miradas sacaron una fotografía el uno del otro.
De ese día ya paso algo así como un año. Fede está nuevamente a esa gran ciudad y por la noche piensa ir al mismo bar. Espera que el destino juegue a su favor y pueda encontrarse con María.
A María la llamaron sus amigos para salir por la noche. Ella no aceptó.
Por Manuela Carcelén Espinosa
1 comentario:
"parece que o amor chegou aí,,, eu não estava lá mas eu vi,,,"
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