
Necesitaba una reunión con las chicas lo más pronto posible; no podía esperar para contarles lo que me había pasado en estos últimos días. Con una cadena de mensajes generales las convoqué al bar de siempre, con las cervezas de siempre, con los mozos de siempre y con los temas de siempre (hombres, parejas, experiencias, etc.)
- Chicas, ¡no saben! ¿Se acuerdan del chico con el que estaba saliendo? Pues resulta que el muy cabrón está preso – dije yo.
- Pero ¿por qué? – gritaron todas al unísono.
- Porque resulta que estaba saliendo conmigo y, al mismo tiempo, con una tal Roberta que está casada – dije.
- Noooooo, cómo que estaba saliendo con una vieja casada. Igual eso qué tiene que ver con la cárcel – dijo Lore
- Y sí. Me estaba engañando a MI y esta tipa quería que él dejara de verme o le contaba todo su marido. Y finalmente lo hizo. El esposo, obvio, fue a reventar al gil con el que yo salía y ambos terminaron presos – dije.
Todas las chicas empezaron a opinar de la situación antes de que yo pudiera terminar de contar la historia. Varios de los comentarios iban hacia Roberta, a quien nadie conocía ni conoce. "Pero esa tal Roberta, está loca o qué" - "no, no, es una flor de tarada" - "a quién se le ocurre contarle al marido que le está poniendo los cuernos sólo por un capricho" - "será que se enamoró de verdad de tu gil", fueron varias de las frases que desfilaban.
Yo, en cambio, pensaba en que me habían traicionado, que yo era la número dos o tres o cuatro o quién sabe. Estaba golpeada aunque no lo mostraba: es sinónimo de debilidad.
Hasta que en un momento interrumpí el popurrí de críticas, comentarios y suposiciones.
- Pero, nadie me va a preguntar qué cómo estoy o si me afectó lo que me hicieron – dije, mirándolas a todas con un rostro de sorpresa y desilusión.
- Sofía, tú no sientes nada por él, ni por Nicolás que es tu novio oficial – me respondió Clara.
- Pero si que lo quiero a Nico aunque a veces salgo con otros chicos – aclaré ocultando un poco de vergüenza.
- Osea que tú si puedes poner los cuernos y no te pueden poner a ti – saltó Fer con un tono irónico.
- No, no es cuestión de poner o no los cuernos boba… es cuestión de saber hacerlo. Aunque me muestren fotos y videos nunca voy a aceptar que lo hice – dije y luego continué – yo se hacer bien las cosas –
- Sí, eso es verdad. Por lo menos no tienes que estar huyendo después – dijo Lore como apoyándome.
- Sofía, tú no sientes nada por él, ni por Nicolás que es tu novio oficial – me respondió Clara.
- Pero si que lo quiero a Nico aunque a veces salgo con otros chicos – aclaré ocultando un poco de vergüenza.
- Osea que tú si puedes poner los cuernos y no te pueden poner a ti – saltó Fer con un tono irónico.
- No, no es cuestión de poner o no los cuernos boba… es cuestión de saber hacerlo. Aunque me muestren fotos y videos nunca voy a aceptar que lo hice – dije y luego continué – yo se hacer bien las cosas –
- Sí, eso es verdad. Por lo menos no tienes que estar huyendo después – dijo Lore como apoyándome.
Cuando las cervezas se terminaron y mi cuerpo agarró el camino a casa de Nico pensé que la receta, obviamente, no es desaparecer sino negarlo todo hasta la muerte.
Si alguna vez Nico llegara a acusarme de traición, me ofendería tanto que seguramente él terminaría pidiéndome disculpas por su desatinado pensamiento.
Por Manuela Carcelén Espinosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario