lunes, 29 de septiembre de 2008

Me hundo en mí

Miro imágenes de desconcierto, almas perdidas que a través de sus ventanas solo permiten que salga el turbio desasosiego interno.
Así como esas mujeres que me miran desde el papel, con sus ojos tristes y su piel erizada, así miraba yo a mi entorno. Palabras sin sentido que salían de esas bocas que parecían disfrutarlo. Sonrisas irónicas y mentirosas que ocultaban miedos. Miradas de admiración ante susurros vacíos. Luces blancas que cegaban mi espacio. Conocimientos absurdos que todos dominaban. Historias ajenas que alimentaban su morbo y les hacían sentir menos miserables, más sabios.
Me perdí en mis pensamientos: así evitaría hundirme en esas pesadillas.
Sabe Princesa minha, que você me matou.
Y cuando recordaba la muerta pensaba que quizás porque soy un fantasma no entiendo esa forma particular de reír de la gente.
Entro en mi delirio, voy a mis sueños en los que pienso que estoy muerta y que despierto en otro lugar. Me escapo. Triste. Solo resucito dentro de mi adormilado espacio.
Me persiguen las sombras y abro mis ojos mientras tiemblo de pánico. Me aferro a lo que puedo. Me ato y mis esperanzas débiles se desploman. Y sigo así escribiendo de nada, preguntándome qué hago.
Mejor me levanto, salto al abismo, corro entre las calles acumuladas de nada, me hundo en mis vicios, en mis espacios, en mí.


Por Manuela Carcelén Espinosa

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusto...