miércoles, 10 de septiembre de 2008

Tres miradas

UNO
Se puede decir que desde que la vio sintió algo especial por ella. Una afinidad que no supo explicar. Le gustaba creer que en otra vida habían sido amantes infieles que vivieron un destino cruel e injusto y que ahora el cosmos les daba una nueva oportunidad: ser amigos.
Enamorarse fue inevitable. Trató de resistirse pero era luchar contra sí mismo. Soñaba con besos imaginarios que después tomaban otros colores. Soñaba con su piel, con su aroma y su ser. Soñaba mucho con ella.
Esperaba cualquier gesto que le devolviera alguna esperanza. A veces le parecía ser correspondido y otras se sentía el más pelotudo en la tierra.
Sumido en la confusión, decidió consultar con un amigo. No obtuvo una respuesta favorable. “No, nada que ver Carlos. La mina está en otra”
No contento, le preguntó a una amiga.
- No se, pero si te hace bien, deciselo.
- Pero… ¿y si cambian las cosas?
- Las cosas ya cambiaron cuando te fijaste en ella.
Se convenció. Tomó valor y le dijo nervioso y mirando al piso que estaba ligeramente enamorado. Cuando ella lo miró, el sintió que el corazón se le escapaba del pecho. Hacía años que no le pasaba eso con una mujer.
Una vez que no tuvo más que decir, ella le acarició la cara, le dio un triste beso en la comisura de la boca y le dijo que no le pasaba lo mismo, que lo quería pero no así.
Rendido, se sintió una vez más, un gran pelotudo.
El amor no era cosa inventada para él. Mejor no creer en tantas estupideces, mejor encargarse del trabajo, mejor ocuparse de sus cosas, mejor que se vayan todos a la mierda. Si, mejor estar solo.


DOS
Carla apenas lo vio sintió algo especial por él. Se puede decir que experimentó una conexión nunca antes vivida. Conversaron toda la noche y al terminar la fiesta la acompañó a su casa. Carla se acostó en su cama enamorada y pensando en ese caballero enorme y de poco pelo.
Lo volvió a ver y tuvo la certeza absoluta de que eran el uno para el otro. Aunque él todavía no lo supiera.
Se sorprendía pensando en él, imaginando historias posibles e imposibles, volando y diciéndole al mundo que ya no estaba sola, que “lo había encontrado” finalmente.
Los encuentros se hicieron frecuentes y Carlos apenas se dio cuenta que estaba teniendo un romance con esa mujercita de piernas cortas y sonrisa grande.
Ella lo convenció y él se enamoró.


TRES
Mañana se casan Carla y Carlos. No se si ir. No me invitaron, pero me gustaría verlos. Quiero felicitarla a Carla y sobre todo pedirle perdón a Carlos, por no haberme animado.


Por Laura Brizuela.

2 comentarios:

Mendieta dijo...

Ay!, esos no animarnos y Ay! esos animarnos y después.
Saludos

Anónimo dijo...

La historia nuestra de cada dia...
Muy buen post.