lunes, 3 de noviembre de 2008

Las auras que veo



Cuando las comencé a ver pensé que mi vista me estaba jugando una mala pasada, que además de mi miopía, algún otro mal irrumpía en mis ojos y me sacaba la claridad de las ideas también.
Fui a mi oftalmólogo, convencido de que algo malo pasaba. Luego del examen de rutina, el médico me interrogó.

- ¿Qué ve, señor? Descríbamelo. - me dijo con el ceño fruncido.
- Creo que veo las auras de la gente.
- ¿Le duele la cabeza? ¿Le ha bajado la presión en los últimos días, toma algún medicamento?
- No. Incluso con este nuevo aumento, las veo mejor.
- ¿Y que ve, señor?
- Veo un aura alrededor de cada persona ¿Acaso no sabe lo que es un aura? Un aura, le digo. Blanca, transparentosa, varia en tamaños, no así en colores. Todas son más o menos iguales. Porque estuve viendo a ver si soy el único que las ve y parece que no. Pero yo no veo auras de diferentes colores como algunas personas. Las que veo son casi todas iguales.
- ¿Y los animales tienen auras?
- No he prestado atención, pero creo que no deberían tenerla ¿o si?
- No se ¿Las cosas tiene aura?
- No, hombre ¿qué pregunta?
- Pregunto para saber.
- Bueno, sepa que yo también estoy contrariado. Cuando me concentro en ellas tengo que reprimir el llanto. Y no es agradable andar lagrimeando por el mundo. Imáginese... un hombre como yo, de negocios, que ande con el pañuelito por todos lados.
- Claro, debe ser difícil.
- Si, lo peor es que yo tenía esperanzas con usted doctor. Pensé que tal vez me iba a decir que padezco alguna enfermedad en la que uno se imagina auras.
- Podría ser mental, digo... Usted podría tener una enfermedad mental. Pero ese ya no es mi campo.
- Claro.
- ¿Usted quiere dejar de verlas?
- Creo que si. Quiero volver a ser el hombre duro que era.

Y el doctor me escuchó y me dio un consejo que hizo que las auras se fueran. Bastante simple resultó.
Sólo pienso en mi mismo.


Por Laura Brizuela

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