Hundida entre blancos y violetas no podía pronunciar palabras, mientras veía como un demonio, parado frente a ella, con los ojos profundos, los labios carnosos y los dientes sangrantes recorría con las yemas de los dedos su cuerpo. Hacía pausas en algunas partes pero sobre todo le gustaba rozar su pecho.
Laura, ya fragmentada, sentía un calor inexplicable, uno como el del infierno. Las piernas le temblaban, los brazos caídos no atinaban a moverse, su vientre revoloteaba y sus lágrimas recorrían el rostro contraído.
Con un miedo incontrolable, que casi la conducía al desmayo preguntó el por qué del goce de ese ángel negro ante tanto dolor. Él respondió algo difícil de entender, algo como: es que ustedes los mortales sólo perciben que están vivos cuando sufren, cuando sienten. Ese es mi deber, mi lugar, mi objetivo. Así como los ojos están hechos para mirar, la vida está hecha para morir.
Ella se desplomó. Él lloró. Se encontraron en el infierno. Arden juntos.
Por Manuela Carcelén Espinosa.
2 comentarios:
Todo ángel es terrible
R.M. Rilke
Por eso hay que evitarlos!
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