Las lágrimas caían sin descanso sobre el teclado. Recordaban las palabras que leyeron sin quererlo y preferían salir corriendo por otros lugares, en donde la traición no estuviese presente. Maldita ella… volvió como lo auguró la última vez. La diferencia es que ahora cambió su acento, ahora me habló en ecuatoriano y no pude esquivarla.
Hace unos meses fue a llenar mi cabeza y mi sangre de veneno. No la dejé, la espanté, la insulté y sobre todo me enfrenté; a ella y a mí. Cuando me hablaba en argentino, trató de convencerme que mis lazos eran frágiles, que me habían traicionado, ocultado la verdad. Como decía ella hasta un ciego vería, lo que yo no quería ver. Pero mi fuerza, le sorprendió y sin más reacción dio media vuelta y se fue. Cuando estaba lejos gritó: “De mí no te salvás, ¡Eh!” Y tenía toda la razón.
Ahora la historia es otra. Me hubiera gustado que ella me diga que el amor me dio la espalda o que la fidelidad se tomó un recreo o que mis anhelos de amistad se partieron en dos. No. Llegó con noticias peores. La honestidad se vendió por tres monedas. Tres simples monedas que pronostican algo que prefiero ni si quiera tipear. Tres monedas que a mí me eliminaron, me ahogaron, me partieron.
Lástima que no se entendieron los códigos, para mí eran evidentes.
Hace unos meses fue a llenar mi cabeza y mi sangre de veneno. No la dejé, la espanté, la insulté y sobre todo me enfrenté; a ella y a mí. Cuando me hablaba en argentino, trató de convencerme que mis lazos eran frágiles, que me habían traicionado, ocultado la verdad. Como decía ella hasta un ciego vería, lo que yo no quería ver. Pero mi fuerza, le sorprendió y sin más reacción dio media vuelta y se fue. Cuando estaba lejos gritó: “De mí no te salvás, ¡Eh!” Y tenía toda la razón.
Ahora la historia es otra. Me hubiera gustado que ella me diga que el amor me dio la espalda o que la fidelidad se tomó un recreo o que mis anhelos de amistad se partieron en dos. No. Llegó con noticias peores. La honestidad se vendió por tres monedas. Tres simples monedas que pronostican algo que prefiero ni si quiera tipear. Tres monedas que a mí me eliminaron, me ahogaron, me partieron.
Lástima que no se entendieron los códigos, para mí eran evidentes.
Por Manuela Carcelén Espinosa
3 comentarios:
igual, imposible q te hable la traição en 'carioques losanoff'
impossível.
saudade, manuzinha
Nada es imposible!!! jajaja
sajdghgfyrefg!!!! jeje
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