lunes, 22 de junio de 2009

Los timados


“Quiero que sepas que estoy loco por vos”, fue la frase que se le apareció en la ventana de dialogo. Era Martín el que le hablaba, el chico de deportes. Ese tipo parco y sombrío con el que nunca había cruzado más de dos palabras. Ella se sorprendió primero y luego se arregló el cabello. Pensó que era raro, pero se sintió halagada, recordó que tenía novio y de todas formas se permitió fantasear con la idea de una aventura.

“Si. A mí siempre me pasó lo mismo con vos. Siempre me encantaste”, fue lo que Martín leyó desde la ventana de diálogo de Barby, cuando volvió del baño. Y no entendió nada. Se rascó la cabeza e intentó dilucidar que mierda pasaba. Se levantó del escritorio y fue a buscar un café. Pensó que en el camino podría pasar por el escritorio de Bar y preguntarle qué había sido ese mensaje, pero después le dio vergüenza. ¿Y si a la mina le pasaba algo con él? Nunca se lo había imaginado.

Al otro lado de la redacción Juan y Carla esperaban ansiosos ver la respuesta de los dos. Habían aprovechado el momento de ausencia de cada uno para meterse en las máquinas, y escribir las frases coquetas. Sólo querían divertirse y estaban seguros de que el chiste sería estupendo.

Y mientras se imaginaban el desconcierto de los dos timados, no sospechaban que Bar y Martín ya estaban planeando cuándo salir a tomar algo. Ella se reía tímida y él pensaba que este había sido un buen día.


Por Laura Brizuela

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