viernes, 8 de febrero de 2008

Con visitas

Once de la noche. Fue un día intensivo de paseo con la familía que vino de visita.
Hace poquito llegaron mis dos hermanas, mis dos sobrinos y mi mamá. Silvana ya duerme con Mica, mi madre se fue a acostar, yo doy vueltas por la sala y Máximo de tres años – que nunca se cansa – no quiere dormir. Su madre recurre a todos los sistemas hasta que la paciencia se agota.


Cecilía: Máximo, por favor, ya es hora de dormir... (voz de cansancio y súplica) Esta no es hora de jugar. Vení a acostarte.
Máximo: Un zatito maaaa, toy uando
Cecilía: No, hijo, ya no es hora de jugar, son las once de la noche y ahora hay que dormir. Dale, vení por favor. No me hagas ir a buscarte.
Máximo: peraa!
Cecilía: Máximo POR FAVOR
Máximo: shi shi, shaaa oiii
Cecilía: Bueno, o venís para acá ahora mismo, o te vas a ir dormir con la abuela!

Sale mi mamá del cuarto, con las manos sobre las caderas, indignadísima.
“¿Qué? ¡¿Ahora dormir conmigo es un castigo?!”


Nos matamos de risa, y Máximo se durmió como a las dos de la madrugada.


Por Laura Brizuela

2 comentarios:

Anónimo dijo...

JAjaja! Me hizo acordar de mi hijo ¡Muy divertido! Linda historia, me gustó.
Saludos, Alejandro.

Ancladas en la brisa dijo...

Gracias Alejandro!