En un instante todo se desvanece, se termina, se fragmenta.
Caes. Mueres. Te desangras.
Te olvidas, lo recuerdas. Te amortiguas y de nuevo te duele.
Un instante te destroza, te cambia.
Suplicas, lloras, callas.
La vida, ese cesto de soplos, está llena de esos instantes en donde te conviertes en polvo.
Y cuando parece que todo terminó… ¡Llueve!
El barro te vuelve a dar forma.
Un respiro. Un aliento.
Naces. Creces. Te unes.
¿Para qué?
Para volver a caer, morir, desgárrate, olvidar, recordar, suplicar y llorar.
Por Manuela Carcelén Espinosa
1 comentario:
no creo en el sentido de la vida pero q lo hay lo hay,,, =)
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